DUALIDAD DISRUPTIVA : FRONTERAS INVISIBLES

DUALIDAD DISRUPTIVA : FRONTERAS INVISIBLES


Cuando queremos entender el por qué de las cosas, hay que conocer el contexto, el detrás, la inspiración y el camino recorrido que nos da una perspectiva más amplia de este por qué, uno que es ilustrativo y nos entreabre una ventana a saber más de lo que es y somos. Fronteras Invisibles busca comprender esto, el espacio de donde venimos y el que habitamos, el que hace ser quienes somos. 


Si lo visible es lo que los sentidos son capaces de percibir, centramos que el objeto existe en sí mismo solo si lo vemos, olemos, sentimos, escuchamos o probamos; de la sensibilidad surge la experiencia y la creación artística.


Es a través de los sentidos que la formación del criterio y la inscripción a la cultura como eje personal de la percepción y es así como el individuo interactúa con sus pares y consigo mismo. El individuo juega con la dualidad de lo vivido y lo habitado en el espacio físico y el espacio espiritual; es y existe en dos espacios y lo visible y lo invisible convergen en el cuerpo y la conciencia de la persona.

Los dos artistas que dialogan en esta muestra habitan espacios físicos y culturales similares: la Ciudad de México es donde crecen y se forman; para Taeko Nomiya es el lugar donde convive con los pares mientras en el espacio privado crece en la cultura japonesa desarrollando un pensamiento diverso y dispar al caos citadino, Otto vive la ciudad y el espacio privado en una constante concordancia simbólica: es y vive como mexicano, pero es en el inconsciente donde dos personalidades conviven: arquitecto y artista.

Taeko, al crecer en dos culturas con notables diferencias y estilos de vida, comenzó a comprender la vida de una forma muy personal y en la que se sentía muchas veces sola y única. Mediante la lente, comenzó a retratar la vida como una forma de mostrar el reflejo de quienes somos, de forma cotidiana y sin pertenecer a alguna escuela o corriente dentro de la fotografía. Nacida en la Ciudad de México y con familia japonesa, Taeko desarrolla  una percepción inusual del mundo que la rodea; comprende el subtexto de cada ser y cada lugar; desarrollando así su forma de expresión plástica: la doble exposición, utilizándola como herramienta descriptiva del espíritu dual de la mexicana que enseña su ciudad a la familia en Tokio y la japonesa que comparte la insólita isla con sus amigos mexicanos. En ella, la invisibilidad se refleja en estas “ventanas” que abren las similitudes y diferencias de los espacios habitados desde ambas perspectivas, parecida a la estética espía de Won Kar Wai. En imágenes Taeko devela lo que no existe en palabras y explicaciones, reinterpreta el espacio físico y el espacio interno mediante el uso de la lente y con ella su propio lugar en el mundo.


Al exponer su trabajo por primera vez, Taeko se encuentra con que muchas personas vivían esta dualidad, que ella no era única en el mundo, pero que no solo se lo reveló a ella, sino a todas esas personas con un antecedente de migración ya sea directo o por ascendencia, mediante una especie de epifanía, donde podían verse reflejados, en medio de dos culturas en las imágenes de doble exposición que ella creaba. 


Otto, desarrollándose en un ambiente con responsabilidades y cotidianidad como cualquier otra persona, pero que a los 17 años comienza a debatir cual de sus anhelos es el que quiere perseguir para una vida profesional. Alejandro, el arquitecto, tenía claro que quería en la vida, pero Otto, el artista, también lo tenía, solo que estaba limitado, al ser una personalidad anacrónica e incómoda para el arquitecto, quien no pensaba que la escultura y el arte fueran el camino adecuado. Tras tiempo de una lucha interna, Otto, con el apoyo de “John”, un amigo y dibujo que desarrolló, pudo eliminar la personalidad del arquitecto para poder ser el artista, sabiendo que el anhelo del arte era mucho más grande que el de establecerse en el camino de la arquitectura. 


El espacio físico también ha sido dual para Otto, complementando y creciendo su práctica artística en dos espacios geográficos, como son Pasadena y la Ciudad de México, dualidad que le ayuda a evolucionar de forma constante, comprendiendo distintos contextos geopolíticos y aprendiendo cada día para complementar su práctica escultórica geométrica y abstracta. 


Pasadena, en Art Center College of Design ha encontrado un lugar donde su desarrollo artístico se siente apoyado, con nuevas técnicas, materiales y formas, para seguir creciendo. Un lugar lejos de casa, pero que ha sido fundamental para encontrarse como artista.


La Ciudad de México - El ombligo de la luna, un espacio donde pudo aprender e inspirarse de grandes artistas y arquitectos como Luis Barragán, Juan O´Gorman y Mathias Goeritz, ciudad que lo vio nacer, crecer y dónde piensa morir.


Es así como ambos artistas rompen límites físicos y espirituales desarrollando discursos que convergen en el pensamiento de quien observa sus obras, llegando a generar cuestionamientos de quienes son las personas detrás de la lente y el soldador; sus ideas y sentires y su tránsito por las calles de las ciudades y de sus conversaciones internas.